domingo, 7 de septiembre de 2008

All walk and no bike makes JaimeG a dull boy. All walk and no bike makes JaimeG a dull boy. All walk...


En esta largamente esperada tercera entrega de Sin noticias de JaimeG, continuamos relatando los infortunios cotidianos de un estudiante de Física, de Erasmus en Hannover. En concreto, la conmovedora narración que nos ocupa, cubre lo ocurrido los días 9 y 11 de agosto de 2008.

Sábado 9 de agosto de 2008

9:21
Tras desayunar, abandono la cafetería central del campus y emprendo el camino de vuelta a la residencia con cierta desgana.

9:27
Hace una mañana magnífica para dar un paseo en bici: la velocidad del viento oscila entre 2 y 3 km/h (nivel 1 en la escala Beaufort) y en el cielo se alternan claros con cúmulos humilis de escaso desarrollo vertical. El alegre trino de los mirlos se funde en perfecta armonía con los melodiosos...

9:32
Estampo violentamente mi cara contra una farola.

9:34
Logro despegarla no sin dificultad. Mientras inspecciono la superficie metálica del poste en busca de mis cejas, reparo en una octavilla publicitaria fijada con cinta adhesiva. Reza así:
“FAHRRAD ZU VERKAUFEN”
Es de los pocos que sé traducir: “Se vende bici”.

9:37
Entusiasmado con el hallazgo, me dirijo octavilla en mano, al económico locutorio que descubrí ayer, para concertar una cita con el anunciante.

10:13
El susodicho locutorio, que en su momento, agobiado por reocupaciones lingüísticas, no me entretuve en examinar, consta de una habitación principal, cuyas dimensiones estimo en 4.5±0.5×5.5±0.5×2.5±0.2 m, presidida por una enorme ventana que en circunstancias normales ofrecería formidables vistas de la pintoresca Lutherkirchenplatz y que sin embargo, apenas permite el paso de la luz solar, por estar sus cristales cubiertos con varias capas de descoloridos pósteres informativos, con tarifas y ofertas especiales para llamar a casi cualquier parte del mundo; pues, como decía, en el interior del antes mencionado habitáculo, además del mostrador, tras el que acecha con expresión vigilante el dueño, de prominente barriga, poblados bigotes y camisa a cuadros, hay cinco ordenadores y cuatro teléfonos de monedas. Aneja a esta habitación principal, al fondo de la misma, se vislumbra una segunda estancia de dimensiones más reducidas, en el suelo de la cual yace el cuerpo exánime de un joven de veintitantos años y aspecto desmejorado, que según me explicó luego el dueño en persona, es el vago de su hijo que se había pasado la noche allí jugando al Counter-Strike con los amigotes.

10:15
Un brusco carraspeo del rollizo propietario me saca de mi estado contemplativo. Al explicarle el motivo de mi visita, y recordando mi escaso dominio del idioma, se ofrece amablemente a hablar por mí con el vendedor.

10:24
Acabada la conversación, me informa de que la bici aún está en venta y que el anunciante en persona, me espera dentro de 20 minutos en la puerta del Studentenwerk de la Jägerstraße, donde casualmente me hospedo.

10:27
Tras abonar el importe de la llamada, más una generosa propina por las molestias, me despido y me pongo en marcha.

10:48
El anunciante resulta ser un individuo de origen sirio, calvo y con unos treinta y pocos años mal llevados.

10:50
Una vez he cruzado unas pocas palabras con él, descubro que no habla francés ni español y que sus conocimientos de inglés rivalizan en precariedad con mi ‘alemán de supervivencia’. Nuestra comunicación es, en consecuencia, muy primitiva.

11:27
Tras una agotadora sesión de discurso verbal multilingüe combinado con vigorosas gesticulaciones, mímica, puñetazos y abundantes recursos onomatopéyicos, conseguimos fijar un precio y formalizar la venta.

12:34
La bicicleta en sí conserva aún algunos restos de su pintura verde original entre las numerosas manchas de óxido. Carece de amortiguadores y de freno trasero y el sillín pierde goma-espuma por numerosas grietas. Ignorando tan insignificantes defectos, la aparco con orgullo en la plaza asignada a mi habitación en el lateral de la residencia.

15:23
Después de almorzar y echar la ineludible siesta, salgo a probar mi flamante adquisición.

15:40
Pedaleando sin rumbo llego al Größer Garten, un magnífico parque con numerosas fuentes y jardines dispuestos en complicados motivos geométricos.

15:43
Al tratar de atravesar una de las entradas, soy abordado por un individuo de uniforme que me espeta una serie de palabras incomprensibles (i.e. en alemán).

15:44
Arrugo la nariz para enfatizar mi expresión de perplejidad, ante lo cual, el susodicho individuo, señala con cierto desdén un cartel cercano.

15:45
Desafortunadamente, el letrero informa de que el parque es de pago. Dado que no ando precisamente sobrado de recursos económicos, opto por rodear su perímetro.

16:14
Por encima de los setos más bajos tan sólo logro vislumbrar unos pocos turistas, un pequeño riachuelo artificial, una pareja metiéndose mano,...

18:05
Comienza a oscurecer, así que me dispongo a regresar a la residencia.
He oído decir que Hannover es la ciudad más verde de Alemania. Por lo que llevo visto, podría serlo sin problemas.

Lunes 11 de agosto de 2008

8:30
Salgo de mi habitación equipado con los accesorios imprescindibles para una nueva sesión de ciclismo urbano: casco, maillot, perneras térmicas, guantes, pulsímetro, bebida isotónica, brújula, bengalas, sextante, etc.

8:36
Parto, a lomos de mi destartalada bici, rumbo al Hochschulsportszentrum para informarme sobre los equipos de natación universitarios.
Por el camino reflexiono sobre cuál puede ser el retorcido mecanismo mental que impulsa a los alemanes a comprimir una elegante expresión como ‘complejo deportivo universitario’ hasta convertirla en una monstruosa palabra de 22 letras (de las cuales 18 son consonantes) como Hochschulsportszentrum.

9:15
Me comunican que la persona responsable de la natación, no comparecerá hasta el miércoles por estar de vacaciones.
Para no desaprovechar la mañana, pregunto por la dirección de la sucursal en Hannover, si la hubiera, del Deutsche Lebens-rettungs-gesellschaft, o Federación Alemana de Socorrismo, propinando involuntariamente al hacerlo, abundantes salivazos a mi interlocutor.

9:23
En lugar de darme su ubicación, me proporciona un número de teléfono que arrojo en la primera papelera que veo.

9:36
Paro en un bar y pido las páginas amarillas. Encuentro sin dificultad la dirección: Karl-Thiele-Weg 41. Logro ubicarla en el mapa, está en la orilla occidental del Maschsee.

10:24
Una vez allí, me dispongo a buscar las oficinas. El primer edificio de la derecha es el número 20, y el de la izquierda, el 21. Sin embargo, y en contra de toda lógica, la numeración no prosigue con los impares a un lado y los pares al otro, en orden bien creciente o decreciente, sino que obedece a un caprichoso patrón pseudo-aleatorio, que empiezo a sospechar que ha sido concienzudamente diseñado, al igual que el idioma, para disuadir a los inmigrantes perezosos que pretendan establecerse en el país.

11:18
Pese a haber bordeado varias veces todo el perímetro del Maschsee, no encuentro el número 41. La cifra más alta que he visto es el 35.

11:37
Reparo en un solar en obras. Con visible consternación, descubro que ése fue en su día el número 41.

11:45
Recurro al socorrista de la playa del lago, que en principio debería estar al corriente del cambio de sede de la Federación. Me informa de que las nuevas oficinas no se encuentran lejos de allí (Wagenfeldstraße 5), pero que debo darme prisa si quiero llegar a tiempo, ya que cierran a las doce y no vuelven a abrir hasta el jueves.

11:56
Está cerrado.

11:57
Pese a ser poco propenso a la blasfemia, dedico algunos minutos a proferir en voz alta gran abundancia y variedad de amenazadoras interjecciones de carácter teológico, llamando consecuentemente la atención de los impresionables viandantes de los alrededores.


14:00
Soy el último al que sirven el almuerzo en el comedor central. Tendré que probar suerte de nuevo el miércoles en el Hochschulsportszentrum...

Veracidad: 73%





2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Buenísimo!! Hacía tiempo que no me reía tanto. Lo de las 'interjecciones de carácter teológico' es genial.

Anónimo dijo...

Muy divertido si señor! Espero con ansia la cuarta entrega...