Sigo maravillándome de las cosas que publica el diario El Mundo en su sección de ciencia. El martes 19 de febrero, anunció con gran fanfarria que la Universidad de Oxford financiará una investigación sobre lo siguiente y cito textualmente porque la frase no tiene desperdicio:
"Los científicos no intentarán resolver la cuestión de si Dios existe realmente, sino que tratarán de demostrar sobre todo si la creencia en Dios ha representado una ventaja para la humanidad desde el punto de vista de la evolución"
Mientras sigo tratando de entender el propósito o la utilidad de esta investigación científica no puedo dejar de preguntarme por qué a la opinión pública nunca le escandalizan presupuestos de varios millones de euros para proteger la madera del órgano de la Catedral de Nosédonde de la polilla africana carnívora o para estudios como este y se echa las manos a la cabeza cuando el pan o la gasolina suben cinco céntimos. Debe ser porque los grandes gastos de interés como este proyecto son una necesidad tan básica e indiscutible que nadie se atreve a quejarse por ello. Yo, como joven estudiante de Física y como futuro investigador hambriento sigo sin comprenderlo del todo.
(Aprovecho también para recomiendarles al hilo de esto, nuestro editorial de la semana "Y como vio que se aburría, creó Dios la estupidez").
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