martes, 3 de febrero de 2009

One, two, Freddy's coming for you...

Durante las próximas semanas, dedicaremos los posts de nuestra sección de cine a repasar algunos clásicos esenciales del subgénero slasher del cine de terror. Como no podía ser de otra forma, comenzaremos con el entrañable Freddy Krueger de la franquicia:


Pesadilla en Elm Street

Fue en noviembre de 1984 cuando el 1428 de la calle Elm de Sprinwood, pasó a convertirse en una de las casas más terroríficas de la historia del cine. De la mano del director Wes Craven (The Hills Have Eyes, Scream), nacía A Nightmare on Elm Street, una película de terror de bajo presupuesto de la entonces desconocida productora New Line Cinema. Con un modesto reparto en el que destaca un debutante Johnny Depp, la cinta narra las desventuras de un grupo de adolescentes, perseguidos en sueños por un antiguo asesino de niños, el carismático Freddy Krueger (Robert Englund). Quemado en vida años atrás por los padres de sus jóvenes víctimas, Krueger regresa desde ultratumba para consumar su venganza asesinando a los adolescentes de Elm Street en el único lugar en el que sus padres no pueden protegerlos: sus sueños.

Un argumento infumable y unas actuaciones pésimas nos dejan con poco más que una sucesión de interminables persecuciones aderezadas con escandalosa música discotequera y litros y litros de sangre fácil. Con todo, la película no deja de ser entretenida, manteniendo cierto nivel de tensión narrativa. Afortunadamente el infantil final feliz escrito por Craven fue complementado con un inesperado y reconfortante golpe de efecto en los últimos segundos del metraje. Tan desafortunado era el desenlace original de la historia (teniendo en cuenta que se trata de una película de terror), que la primera productora interesada en el proyecto fue Walt Disney Pictures.

En vista del gran éxito logrado, la primera secuela no se hizo esperar: Freddy's Revenge (1985). Mejores interpretaciones y un Freddy Krueger que pasa de ser un brutal ejecutor prácticamente mudo, a aderezar sus asesinatos con toques de humor sarcástico, hacen más fácilmente digerible esta película. No obstante, en el film se violan algunas de las reglas básicas establecidas por su predecesora, explorándose una nueva línea argumental. Esto unido al firme rechazo de Craven al proyecto, llevó a que en las sucesivas secuelas, Freddy's Revenge fuera totalmente ignorada. Cabe destacar también un cierto toque gay en algunas escenas, que resulta cuando menos, desconcertante.

Dos años después, se estrenó Dream Warriors (1987), la tercera entrega de la saga, que vuelve a protagonizar Heather Langenkamp, la heroína de la película original. La producción mantiene su mediocre nivel característico y lo que es aún peor: el cristianismo, los crucifijos y el agua bendita hacen su aparición en el ya de por sí intrincado argumento, llevándolo a niveles insospechados de ridiculez. No obstante, un magnífico Robert Englund, sostiene sobre sus chamuscadas espaldas todo el peso del film con una interpretación soberbia. Si hubiera que recomendar alguna película en concreto de la serie A Nightmare on Elm Street, ésa sería sin duda Dream Warriors.

La continuación natural de Dream Warriors, The Dream Master (1988), en la que Freddy se despacha a gusto con los escasos supervivientes de su anterior masacre, precede a la bochornosa e inevitable caída al vacío de la saga, materializada en The Dream Child (1989) y Freddy's Dead (1991). Basta con decir que para mantener viva la franquicia fue preciso recurrir a conceptos tan grotescamente absurdos como un bebé-Freddy o que Freddy's Dead ostenta el dudoso honor de ser una de las películas con peor banda sonora de la historia del cine.

A pesar de todo, New Line Cinema encontró la forma de exprimir aún más a su personaje estrella produciendo Wes Craven's New Nightmare (1994), un patético crossover entre realidad y ficción en el que Craven da rienda suelta a su inagotable torrente de megalomanía. Acabada la saga de A Nightmare on Elm Street el mal (como ente abstracto) adopta la forma de Freddy Krueger en el mundo real y sólo un heroico director de cine puede salvar a la Humanidad escribiendo un nuevo guión que vuelva a encerrar a Freddy en el mundo de la ficción, etcétera, etcétera. Con todo, no deja de ser mejor que sus dos predecesoras.

Por último, en 2003, tuvo lugar un extraño fenómeno debido sin duda a la falta de creatividad de que Hollywood padece últimamente, que cruzó en la gran pantalla a Freddy Krueger con Jason Voorhees, de la lamentable franquicia Friday 13th, en un insólito Freddy vs. Jason, que amenaza incluso con tener sus propias secuelas como serie independiente. Hay que reconocer, no obstante, que para tratarse de un crosover de dos sagas con siete y diez entregas en su haber respectivamente, la película está bastante bien.

Cabe comentar que en ella aparece un insólito clon de Jay, del inseparable dúo de Jay y Bob el Silencioso de las películas de Kevin Smith, sin venir a cuento claro está.

En definitiva, dada la amplia repercusión de Pesadilla en Elm Street en el género de terror, su 'degustación' se hace imprescindible para todo amante del cine que se precie. Así que asegúrense de no morir antes de ver al menos dos entregas de esta prolífica saga; eso sí, véanlas en versión original porque el doblaje en castellano de Freddy, el único personaje que merece la pena escuchar hablar, raya en lo patético.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que resulta más espeluznante es que se está anunciando Viernes 13 de nuevo en los cines. ¿Remake? ¿Nueva entrega? En cualquier caso, terrible sin duda.

¡Saludos!

Alviseni dijo...

chido post!

yo he visto una que otra película de freddy pero no recuerdo cuál he visto. solo recuerdo alguna que otra escena ridícula y la mala actuación, y sin embargo, me atraía. las 2 que vi la vi completas.

saludos desde méxico.