Esta semana opinamos sobre las desastrosas consecuencias que la convergencia europea tendrá sobre la ya maltrecha formación de los jóvenes físicos del futuro
No hay placer humano ni divino comparable al gozo de mirar con displicencia a los demás por encima del hombro. Cuando escuchamos noticias tan bochornosas como que para la mayoría de los adolescentes estadounidenses Cristóbal Colón llegó a América después de 1750, que Hitler era un traficante de armas y que EE.UU luchaba contra Rusia en la II Guerra Mundial, no podemos reprimir una sonrisa condescendiente y al mismo tiempo socarrona. "Los frutos del sistema educativo americano" decimos para nuestros adentros "¡Menuda chapuza!". Y nos permitimos el lujo de semejantes actitudes burlonas aún a sabiendas de lo desastroso de nuestra política educacional doméstica. "Es que no hay comparación" Pensamos "una cosa que los chavales estén un poco flojos y otra muy distinta..." Meneamos la cabeza y añadimos quizás un resoplido para terminar la frase con aire de satisfacción.
Sin embargo, lo cierto es que la inmensa mayoría de los españoles son analfabetos. Puede que hayan estado escolarizados y que sepan leer y escribir, pero ya que soplan tiempos modernos, tal vez vaya siendo hora de buscar una definición moderna para la palabra analfabetismo. Por ejemplo, sólo un raquítico porcentaje sabe escribir correctamente. Cada vez resulta más complicado abrir un periódico o leer un diario electrónico en castellano que no esté plagado de erratas y de salvajadas gramaticales, lo que extiende la preocupante falta de formación más allá de los chicos en edad escolar llevándola hasta los mismísimos profesionales de la palabra escrita. Si salen a la calle y miran con atención tropezarán a cada paso con descomunales rótulos luminosos que gritan pesadillas ortográficas a todo color sin que a nadie parezca importarle.
Pero todo lo que pueda decirse respecto a las deficiencias en la formación humanística de nuestros iletrados jóvenes es poco en comparación con su absoluta ignorancia científica. Un brillante alumno que salga del bachillerato de letras con un intachable expediente académico no sabe lo que es una integral ni el cálculo infinitesimal, el álgebra o la aritmética. No digo que sepan resolver una integral o calcular límites sino que ni siquiera conocen el significado de esas palabras. Con mucha suerte ese alumno modélico, logrará conservar suficientes neuronas después de la borrachera de la fiesta de graduación, como para recordar agunos toscos rudimentos de combinatoria y estadística al ingresar en la Universidad.
Hagan el experimento mental de trasladar ese alumno modélico al bachillerato ténico-biológico y adjudíquenle si quieren una nota media de 10. Dótenlo si les apetece de habilidades intelectuales sobrenaturales (telepatía y/o telequinesia) pero limiten sus conocimientos al temario stándard. En una facultad de Física ese ente semidivino no es más que un cateto sin base alguna al que habrá que suministrarle una papilla concentrada de conocimientos generales de cálculo diferencial e integral y álgebra (de los que carece) para permitirle al menos comprender el lenguaje científico ¿Les sorprende lo más mínimo que las aulas de las facultades de Física y Matemáticas se vayan quedando desiertas año a año siendo esta la primera impresión del alumno al comenzar su formación? ¿Qué podemos hacer al respecto? Pensemos con calma...¡Eso es! ¡Una reforma en la educación universitaria! ¡Una panacea mágica que no sólo nos ponga al nivel del resto de Europa sino que nos permita superarla!
Desgraciadamente, muchos de los que dictan el rumbo que deben seguir estas reformas son fruto del condicionamiento de ese mismo sistema educativo deficiente. Las tenebrosas y lejanas amenazas de grados de sólo tres años y de carreras científicas con menos matemáticas y más asignaturas comunes comienzan a materializarse ante la mirada incrédula de todo aquel con dos dedos de frente ¿Que los alumnos de Física se acobardan por no tener la base matemática suficiente? Pues eliminemos los contenidos que no les gusten y en paz. Enseñémosles Química y Biología y Física general introductoria. Que lo importante no es que se formen sino que vuelvan a llenarse las aulas hasta los topes.
Y con gran pesar, en los próximos años, España verá levantar el vuelo y estrellarse estrepitosamente en un dantesco espectáculo de sangre y plumas a toda una generación de jóvenes confusos y mal formados: nuestra flamante apuesta para competir con el resto de Europa; una hornada de científicos light aprendices de todo y maestros de nada.
sábado, 8 de marzo de 2008
Aprendices de todo y maestros de nada
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Sección: Editorial
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