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Durante la madrugada de ayer fue destruido el satélite espía estadounidense US 193, un trozo de chatarra de 2200 kg y el tamaño de un autobús, dotado con los más sofisticados equipos de espionaje militar (ver noticia en El País). Fue puesto en órbita hace más de un año y ha tenido serios problemas de navegación desde el primer momento, con lo que nunca pudo alcanzar su órbita de destino. Finalmente, su trayectoria espiral, resultó ser un riesgo, según afirman fuentes militares de EE.UU, de modo que la solución escogida fue abatirlo con un misil disparado desde un destructor que navegaba cerca de Hawai. Tan pronto como se dio a conocer la maniobra, Rusia y China se han mostrado contrarios a ella puesto que entienden que se trata de un intento de militarizar el espacio y de otra demostración de fuerza del aparato militar estadounidense.
Mientras se fragua una guerra tibia tricéfala en el mundo contemporáneo, la órbita de la Tierra se va llenando de diminutos trozos de basura espacial que causan verdaderos estragos en las estructuras y paneles solares de los carísimos y delicados equipos científicos de observación (como por ejemplo el telescopio Hubble que cuenta con numerosos impactos). Aquí tienen unos fantásticos gráficos sobre la situación actual de la basura espacial en la órbita de nuestro planeta sacados del New York Times.