Son frecuentes los anuncios de asteroides descubiertos en la vecindad de la Tierra que podrían impactar con ella, aunque normalmente, las probabilidades de impacto son ínfimas y cálculos más precisos acaban descartándolas por completo pasado un cierto tiempo.
Sin embargo, en 2004 fue descubierto Apophis (el dios de la destrucción y la muerte), que tenía una probabilidad inicial estimada de impacto para 2029 del 2.7% (enorme comparada con las que se barajan usualmente).
Cálculos finos acabaron con esta posibilidad pero trajeron otra más inquietante: el asteroide podría pasar por un gravitational keyhole, una ínfima región crítica desde la que la gravedad terrestre lo traería de vuelta en 2036 (el 13 de abril para ser exactos). En la escala Torino (que mide los riesgos de impacto con asteroides) alcanzó el grado cuatro (el último nivel amarillo), todo un récord. Sin embargo, en 2006, nuevas observaciones y cálculos permitieron reducir la probabilidad de impacto muy por debajo del uno por ciento, quedando de nuevo el riesgo reducido a nivel 0.
La comunidad científica ha permanecido, desde la feliz resolución de la crisis de Apophis, atenta a ideas prácticas para desviar asteroides en un futuro próximo. Al hilo de esto último, el periódico El Mundo (que gusta de anunciar de vez en cuando que el cielo caerá sobre nuestras cabezas y que arderemos en el infierno como cochinos pecadores que somos) publicó ayer una noticia en tono apocalíptico en la que afirma sin más que no puede descartarse la posibilidad de colisión con Apophis (según cuidadosas simulaciones y cálculos hehos por los redactores del periódico, supongo). El motivo del artículo, como decía, es un plan ideado por estudiantes israelíes, técnicamente viable, para modificar la trayectoria de un asteroide si fuera preciso. Plantean usar de forma muy ingeniosa la propia masa de la roca, la de la Tierra y la de una pequeña sonda para alejarla gradualmente del planeta.
Sin embargo, en 2004 fue descubierto Apophis (el dios de la destrucción y la muerte), que tenía una probabilidad inicial estimada de impacto para 2029 del 2.7% (enorme comparada con las que se barajan usualmente).
Cálculos finos acabaron con esta posibilidad pero trajeron otra más inquietante: el asteroide podría pasar por un gravitational keyhole, una ínfima región crítica desde la que la gravedad terrestre lo traería de vuelta en 2036 (el 13 de abril para ser exactos). En la escala Torino (que mide los riesgos de impacto con asteroides) alcanzó el grado cuatro (el último nivel amarillo), todo un récord. Sin embargo, en 2006, nuevas observaciones y cálculos permitieron reducir la probabilidad de impacto muy por debajo del uno por ciento, quedando de nuevo el riesgo reducido a nivel 0.
La comunidad científica ha permanecido, desde la feliz resolución de la crisis de Apophis, atenta a ideas prácticas para desviar asteroides en un futuro próximo. Al hilo de esto último, el periódico El Mundo (que gusta de anunciar de vez en cuando que el cielo caerá sobre nuestras cabezas y que arderemos en el infierno como cochinos pecadores que somos) publicó ayer una noticia en tono apocalíptico en la que afirma sin más que no puede descartarse la posibilidad de colisión con Apophis (según cuidadosas simulaciones y cálculos hehos por los redactores del periódico, supongo). El motivo del artículo, como decía, es un plan ideado por estudiantes israelíes, técnicamente viable, para modificar la trayectoria de un asteroide si fuera preciso. Plantean usar de forma muy ingeniosa la propia masa de la roca, la de la Tierra y la de una pequeña sonda para alejarla gradualmente del planeta.
Por si acaso los cálculos del periódico El Mundo resultasen ser correctos y los de la comunidad científica internacional, equivocados, empiecen ya a ver todas las películas que recomendamos en nuestra sección de cine, no sea que no les alcance el tiempo para verlas todas dos veces por lo menos antes de morir sin remedio.
2 comentarios:
Para aquellos que sean catastrofistas debo aclarar que la imagen que hemos puesto está un tanto desproporcionada; con ello quiero decir que no se trata del "terrible" Apophis que tan solo tiene entre unos 250 y 390 metros de diámetro. Aunque lo realmente importante en las colisiones es el momento(masa y velocidad).
No le hagáis caso a este. ¡¡¡¡Que comiencen los saqueoooos!!!!
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