sábado, 2 de febrero de 2008

¡Brindad compañeros, yoho...!

El mercado discográfico se hunde a un ritmo alarmante. El número de espectadores en las salas españolas (y de todo el mundo) alcanza mínimos históricos. Las ventas de juegos van cada vez peor y el Apocalipsis se cierne sobre nosotros... ¿y de quién es la culpa? ¡De esos sucios piratas!

Al menos esta es la contestación oficial lanzada por sellos discográficos y otas multinacionales del sector audiovisual. Una imagen que comienza a calar en la opinión pública. Si un individuo comparte sus archivos a través de la red, pasa a ser un criminal. Se les llama ladrones, sin más eufemismos. Seguro que han visto al comienzo de algún dvd que hayan alquilado recientemente ese anuncio en que se yuxtaponen las imágenes de un joven compartiendo archivos en la red a través de su ordenador con el de un rufián tironeando del bolso a una señora anciana y dándose a la fuga mientras la pobre da con sus reumáticos huesos en el asfalto. Eso ya es intolerable.

Yo afirmo categóricamente que la culpa de los espeluznantes retrocesos en la industria audiovisual no son ni mucho menos debido a los programas de intercambio p2p y a los torrent ni similares. Afirmo que dicho declive comenzó a ser alarmante mucho antes de que el uso de internet estuviese tan extendido como hoy. En una época en la que la banda ancha de 3 Mb que ya se queda pequeña no era más que un sueño imposible. Una época en la que los "piratas" podían sentirse afortunados al descargarse una canción en el trascurso de toda una tarde a 32 Kbps. La culpa es, ha sido y será siempre de ese vomitivo engendro de la ingeniería económica llamado neoliberalismo global o "globalización".

Les explicaré lo que le ha ocurrido al mercado de la música contándoles mi situación particular. Si miran mi perfil, verán que soy un amante del jazz. También saben que soy un cinéfilo empedernido. En cuanto al jazz, todos los aficionados que conozco son coleccionistas de discos. Yo mismo tengo alrededor de 250. Disfrutaba coleccionándolos. Me encanta poder ir frecuentemente a una tienda pequeña y comprar algo o tan sólo curiosear y tal vez encargar algún título que me interese particularmente. Sin embargo, en mi pequeña ciudad desde hace siete años, he visto brotar de la tierra y crecer cientos de grúas en torno a monstruosos armazones de hormigón que se han ido convirtiendo en centros comerciales descomunales. Mega-stores. Ultra-negocios que proliferan imparables por todo el mundo. Una a una, las pequeñas tiendas de discos de barrio se han ido arruinando y abandonando el negocio y lo han hecho empujadas por la onda expansiva de esa explosión de negocios cuadriculados y gigantescos que imponen los tiempos modernos y no debido al número de descargas de archivos en la red. Para comprobarlo basta con cotejar fechas. La hecatombe del mundo del disco comenzó mucho antes de que los piratas operasen de forma significativa. Ante esta carnicería sin precedentes, los precios se disparatan. Con la llegada del euro a nuestros bolsillos, comenzamos a mirar las etiquetas con recelo y el gasto en ocio y entretenimiento es el primero en reducirse ante el temor de que nos "la estuviesen pegando" con esto de la moneda nueva. Las discográficas se desesperan. Suben aún más los precios. Chillan. Gritan. Patalean. Amenazan con nuevas normas de seguridad anti-copias. Ofenden a los consumidores presuponiéndoles malas intenciones y tratándoles como delincuentes potenciales. Presionan para que los dispositivos electrónicos de almacenamiento no puedan ser utilizados libremente y cargan brutalmente contra la piratería con el apoyo de cada vez más gente, cuando es su política neo-putrefacta la que las ha llevado a encontrarse en esta situación.

Con el cine ocurre exactamente lo mismo. En mi época, tenía cuatro cines de barrio a mi disposición. Todos en el centro. Un buen día, uno de esos flamantes centros comerciales caníbales incorporaba nada menos que 18 salas con todas las comodidades y lujos imaginables: reposabrazos con portabebidas a ambos lados, sillones de lujo, butacas en gradas para que la cabeza del de delante no molestase, pantallas deluxe panorámicas inmensas... Cuatro meses después, el primero de mis cuatro cines cerró. Los demás le siguieron casi inmediatamente.

Ahora sólo me quedan dos alternativas. O me uno a la moda de los centros comerciales deshumanizados para poder ir al cine o me quedo en casa viendo lo que echen en la dos. Recuerdo que en mi época ir al cine me costaba 550 pesetas. Si era día de estreno o del espectador, sólo 400. Ahora debo pagar 6.50€ (unas 1080 pesetas) y eso por ser estudiante, que si no... ¿Que no viene gente?, pues dupliquemos los precios y así seguro que vienen. (Y si no vienen es culpa de esos sucios piratas). De manera que opto por el videoclub.

Tal vez la gente aprecie mucho más ese calor humano del pequeño y mediano negocio de lo que pretenden hacernos pensar. Tal vez a eso se deba gran parte del fracaso de las nuevas políticas de ventas de las multinacionales del negocio audiovisual. Tal vez, los compradores encuentren en los foros de discusión de las comunidades de intercambio p2p esa calidez de las pequeñas tiendas de discos de antes y la proliferación de estas plataformas de intercambio haya sido tan espectacular en los últimos años precisamente para paliar esa necesidad de los comercios modestos que van desapareciendo rápidamente de las calles. Si no tenemos ese incentivo, ¿para qué salir de casa? ¿Para qué molestarse en gastar dinero por algo que podemos adquirir de forma gratuita? ¿Dónde está ese incentivo? Nos lo han robado.

El proceso de deshumanización sigue imparable... Por eso, recomiendo que si queda algún cine en sus barrios o alguna pequeña tienducha de discos, no duden en ir aunque sólo sea a mirar lo que hay. Y desde luego, y por encima de todo recuerden que el principio innegable del libre intercambio de ideas y de información a través de la red está muy por encima de cualquier interés de tipo mercantilista de las multinacionales que trafican con la propiead intelectual.

Al fin y al cabo, "esos sucios piratas" somos millones y millones de personas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bravísimo! ... un texto muy bueno, sí señor. Por mi parte, estoy de acuerdo prácticamente en su totalidad, aunque, como ya estarán acostumbrándose a ver, soy mucho menos RADICAL a la hora de adjudicar culpas y méritos, todo es, bajo mi punto de vista, no más complejo, pero sí más difuso... aunque está bien que de vez en cuando se alce una voz que discierna las cosas con propiedad; que gusto da leer a un físico que escribe bien jajaj ((esque creo que los físicos no saben que las tildes son para algo más que para denotar derivada respecto al tiempo))

Un artista debería ganar dinero por lo que hace (conciertos/actos) y una productora merecería su pan si ofreciera un producto de calidad para el consumidor competente y exigente (Y LOS HAY PARA ALIMENTAR 3 TERCEROS MUNDOS); por favor, la piratería no hace NADA MALO ... ¡¡todo lo contrario!! es un EFLUVIO DE PROPAGANDA GRATIS. Los conciertos son algo infalsificable, y cuánta gente no tendría ni idea de la existencia de miles de grupos si no fuera por la piratería ... los únicos que igual salen un poco pellizcados son los MUY GRANDES, pero esos no tendrían que preocuparse "económicamente", sin embargo, los pequeños se ven inmensamente beneficiados ...

La piratería no es un delito, es un derechazo natural, si no, miren por lo que están optando los listos ((como RADIOHEAD)) ¡¡es genial!!

A todo esto, me acuerdo de otro artículo que leí de Reverte, en el mismo semanal que el otro de los políticos, y me hizo bastante gracia... ahí va:

http://www.xlsemanal.com/web/firma.php?id_firma=5110&id_edicion=2667

¡Ese tío se está ganando a pulso mi ADMIRACIÓN! jej

TALUÉ, y d nuevo felicidades Pantera (tas hecho un fiera) :P

teneosteo dijo...

Brindo con vosotros!!!

Cualquier familia española con un
ordenador pagará unos
303 EUR de canon al año. Antes no se sabía que era lo del
canon, pero ahora
nos vamos a enterar de sobra:

1 ordenador con 160gb de disco duro (22 EUR de canon)
1 regrabadora de dvd's de ordenador (16,67 EUR de canon)
1 impresora multifunción (10 EUR de canon)
1 cámara de fotos con memoria para 200 fotos (9 EUR de canon)
1 reproductor de dvd de salón (6,61 EUR de canon)
1 Equipo de música de salón (0,60 EUR canon)
1 línea adsl 1 MB (35 EUR canon anuales)
200 cd's vírgenes para grabar diversos datos (50 EUR de canon)
100 dvd's vírgenes para grabar diversos datos (140 EUR de canon)

Para contrastar datos visitar: todoscontraelcanon

Como esto siga así me veo cruzando la frontera de Portugal o de Andorra para comprar cd's, como cuando nuestros padres iban a Francia a ver películas que sólo veían los "indecentes".